Pero, ¿cómo se hace networking? No es tan difícil como pudiera parecer, veamos:

No hacer redes al azar: debemos centrarnos en rodearnos de las personas que realmente sean adecuadas a nuestros intereses, para construir relaciones mutuamente beneficiosas y fuertes. Como “personas adecuadas”, se entiende que son aquellas que pueden contribuir a alcanzar nuestras metas profesionales y a defender nuestros intereses cuando sea necesario.

Dar y recibir: la cooperación hace todo mucho más sencillo, y si uno asciende profesionalmente normalmente contará con el resto de su red y viceversa. 

No te olvides de tus viejos contactos: nunca se sabe cuándo necesitaremos de un viejo compañero de trabajo o de la universidad. Mantener el contacto con ellos puede ser clave para obtener una recomendación en un nuevo empleo o colaborar con ellos puntualmente.

Invierte en tu red: tu red es una inversión, hazla redituable. Realiza llamadas de forma periódica, responde los correos electrónicos y sobre todo, ayudemos cuando nos sea posible.

Guarda la información de la gente que te parezca útil e interesante para tu red: por ejemplo, si recibes una tarjeta de presentación, guárdala y anota detrás de qué hablaste con esa persona, sus posibles intereses mutuos y todo lo común que consideres necesario para fortalecer tu red.

No limites tu lista de contactos: no incluyas solo a quien te cae bien, cuanto más variada y plural sea una red profesional más ventajosa será. No hay que rechazar nunca a alguien porque tenga opiniones diferentes a las nuestras o trabaje para la competencia.

El networking es una habilidad esencial que debemos aprender. Es lo que marca la diferencia entre la gente que consigue buenos trabajos y oportunidades profesionales, y el resto de la gente que consigue salarios medios y trabajos normales. ¿Acaso necesitamos un mejor motivo?